
Perdidos en la montaña, pero guarnecidos. Adoptados por el destino. No necesitan fingir. Nada, nada.
- Aunque la nieve caiga, no me iré. No dejaré mi garita. Aquí me siento bien dominando el valle. No me moveré sin defenderme.
- Tengo la boca atada al frío. No vivo en mis zapatos.
- Siento la noche. Su peso es inmenso.